Ene17-Javi

A la salida fulgurante del toro desde las entrañas de la Casa Consistorial, le sigue una barrida de barreras: el negro esqueleto se pega contra las mismísimas tablas. Los pies vuelan por los aires como pueden. El esprint, con las dos manos en el aire ya, devora desde la arena que pisa hasta el segundo y último estribo de apoyo y escape. Tan ceñido está el toro a las tablas que el burladero brota como elemento disonante en su carrera de respeto. El pitón diestro apunta a su interior. La diapasón de la capea elevado a la máxima potencia. Faltan 43 días.

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