Un manto de nebulosa envuelve a la masa de carnavaleros que sigue con fe ciega el rimo de que marca la charanga. La canción fluye camino de un remate clásico de tambor [los dos palillos en alto marcándolo]: Tan, tararán, tararán. El resto de instrumentos se vuelven locos a continuación. Las gargantas se rompen a coro al escucharlo: “Hay un puente de madera, ¡ay, Manuela, ay, Manuela!… Faltan 26 días.
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