Enfermeria

Imagen del quirófano de la enfermería del Carnaval del Toro.

“El Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo representa, posiblemente, uno de los espectáculos taurinos más imponentes que existen en nuestra nación; capaz de ofrecernos momentos de una emoción formidable sobre un escenario, entre murallas, calles y plaza, que no admite parangón pero en donde el participante está expuesto continuamente al peligro… “, apunta en el inicio de su ‘carta abierta’ a 48 horas de las primeras carreras del Carnaval del Toro del 2018 el doctor Enrique Crespo. Y prosigue así: “Ellos, los aficionados que intervienen, saben que en la fiesta de los toros, además de la pasión que provoca la confrontación con el toro, también ocurre el percance, la cogida, la herida y esto puede aparecer en cada momento del Carnaval y en cualquier sitio del recinto. A Ciudad Rodrigo se viene a festejar al toro, a respetarlo. El toro, bovino único y de soberbia belleza, es capaz de hacer sentir al hombre las emociones más fuertes. Pero también es un animal temible y agresivo que se desplaza y embiste para coger cuando se le provoca, cuando lo desafían… Y arremete para herir, para matar… Para lo cual está preparada su anatomía, su potencia, sus astas, incluso me atrevería a decir que su existencia, todo lo cual hace que este animal imponga, infunda, respeto. Y todos debemos tenérselo. Yo estoy obligado a recordar, aunque sea de sobra conocido, que el toro está hecho para atacar; es su condición y sabe emplearla, sabe dañar. El toro es criado para mantener con el hombre una contienda –en el ruedo, en las calles- a vida o a muerte, cuyo desenlace la mayoría de las ocasiones permite alcanzar al torero, al mozo, la grandeza. Pero no siempre. Y cuando “el desenlace” provoca la desdicha en el ser humano en forma de heridas, algunas de extrema gravedad, todos tardamos en aceptar el drama. Seguramente porque nos hemos acostumbrado a que en las carreras de los encierros y en la arena de las plazas ya no se contempla la muerte en la testuz de los toros. Pero esta fiesta lleva implícita, tarde o temprano, la sangre de sus partícipes; esa es una realidad dolorosa que nunca debemos olvidar y todos tenemos que aceptar. Y cuando la sangre riega la arena o la piedra no se deben buscar más responsables en esa tragedia que el toro. Quienes ejercemos la cirugía taurina en España, no son, no somos “dioses ni ángeles de la guarda”; tampoco tenemos “manos de oro”. Nunca nos hemos consideramos nada de eso; somos unos profesionales que procuramos hacer bien nuestro cometido y en eso nos afanamos. Por eso trabajamos, con el único objetivo de disminuir las consecuencias que acarrean las cornadas y las lesiones causadas por los toros.  Y que nunca se olvide: la vida solo la salva Dios. Honestamente creo que la curación de una cornada, de un herido por asta de toro, empieza cuando previamente se ha dispuesto todo en orden y de acorde a los modos actuales; solo después de comprobar nuestra enfermería organizada y conformar un equipo humano de garantías, iremos, con la conciencia tranquila, a presenciar el festejo taurino. Como hacemos siempre, como hacemos en Ciudad Rodrigo“.

Category
Tags

Comments are closed

Archivos
CATEGORIAS