Intimidad en el desencierro. Dos toros por delante, el manso amparando. El camino de vuelta ya sabido, con la calle Madrid en penumbra. Apenas dos fogonazos de candil dan luz. Lo suficiente para alargar la sombra del último toro. Que se resiste a pasar sin más por Miróbriga… Deja, digamos, su esencia impregnada sobre la vieja y ya extinta piedra de canto. Faltan 51 días.
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