Las orejas puestas en ángulo con la cepa de los pitones preceden un inmenso morrillo, que se eleva como cumbre montañosa. El remolino de pelo sobre la testuz hace e nexo de unión. Las puntas perfiladas y negras no se dibujan tan oscuras y penetrantes como la de los ojos. Qué mirada… La boca cerrada. Cuatro pezuñazos al mismo son sobre la arena; la flexión del cuello le secunda: ¡Aquí mando yo!, parece decir a modo de golpe sobre la mesa. La torsión del cuerpo que precede la arrancada. La Plaza está como helada; manda el Rey del Carnaval. ¡Faltan 35 días!
Comments are closed