El manso berrendo de alta escala sobresale en mitad del tropel compuesto por seis piezas más. Los mozos les hacen el vacío; se dejan caer al lado opuesto del Registro a la espera de enfrentarse con los toros que le siguen no a demasiada distancia. La expectación por ver cómo se acaba de trenzar la carrera es máxima: el no hay billetes colgado se mire dónde se mire. Desde el revellín hasta la cresta de la Puerta del Conde. Doscientos metros monumentales que desaparecen con un giro a izquierdas. Es casi un suspiro, como lo ha sido este mes de enero: ¡Faltan 29 días para el Carnaval!
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