El toro acaba de rebasar la frontera más radical y drástica del encierro: de la arena esparcida sobre la Plaza como defensa, a pisar la piedra al natural. Acepta el abrigo que le ofrecen los portales cerrados a cal y canto de la calle Madrid, que le sirven de referencia sobre la que penetrar dominando la escena. Los dos pitones, levemente curvos, apuntan al frente. A un tropel de mozos que desafía los límites y los terrenos, esperando en particular ‘porta gayola’. Una decena de metros de distancia entre ambos. Y sobre doscientos de carrera al natural. Sin la alharaca de tener defensa alguna. Faltan 31 días. ¡Falta un mes para el Carnaval del Toro!
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