La capea es rito sagrado en el Carnaval de Miróbriga. El hombre frente al toro. Sin más. Una lucha legendaria. Una muletita feble se presenta ante el toro desnuda -los flecos deshilachados revolotean y definen al capa-. No hay más. El animal ya fijado tras ser ahormado por el correcalles previo de los mozos -el pitonazo seco en algún burladero sirvió como prueba de fortaleza del toro-. El maletilla entonces se hace presente y reta al animal sin alharacas. Puro. La suerte cargada. El toro mide. Advierte que aún guarda su fondo de fortaleza. El llenazo en las barreras agiganta la hazaña. Los pases surgen sueltos pero asombrosamente verticales. Los olés se arroncan sin solución de continuidad. El clarinzo y la parada de bueyes sirven de estocada a la improvisada faena. El toro honrado en la “prueba”, según anunciaban los antiguos programas carnavaleros.

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