Es Domingo. De buena mañana. La mesa, hecha de retales –una pieza de aquí, otra de allá–, no desentona en jornada de disfraz. Los peroles humean. La estrelladera asoma. Se está friendo tocino. El almuerzo es contundente. De faena, de pura brega. La bota de vino regará todo después. Y, por encima de todas las cosas: la solidaridad. La solidaridad que no falla jamás un Domingo en Carnaval. ¡Salud! Faltan 47 días.
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