La máscara se cuela de pleno en el corazón del Carnaval del Toro. El dragón asiático mete su llamativa perilla y sus ojos saltones en la misma puerta de acceso por la que han entrado los toreros camino del paseíllo. Un tablao a penas se inmuta, está atento a la lidia: un torerillo se está jugando la vida en tarde de sol. En el tablao opuesto a las nuevas generaciones de carnavaleros la escena les llama poderosamente la atención. Ante ellos, la fusión entre el Toro y la Máscara en un Carnaval único, que es suyo, el de Miróbriga. Faltan 37 días.
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