El toro deja la pezuña izquierda atrás. La borla de la cola se le bambolea a ritmo; a modo. Nada violento. Del mismo modo avanza. Seis metros por delante los mozos también van dejando pasos atrás. La mirada puesta en la punta diestra que les amenaza. El ritmo que marca la carrera les permite arquear la cadera como cinturón de seguridad que preparara para la reacción depredadora. La tensión que se sale por la boca. Un baile salvaje. Faltan 34 días.
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