Ni un solo alma se atreve a retar en la corta distancia la carrera de los toros. Mozos y no tan mozos tomando el olivo ante el obús de pitones que tienen encima en un visto y no visto. El ritmo se hace insostenible. Desbocado; como impulsado por el del Reloj Suelto nada más abrirse el portón de corrales. Las caras de los toros colocadas a su altura. Las bocas cerradas. Las cuatro pezuñas en el aire del toro que abre la carrera, y también del segundo. Los riñones impulsando un ritmo de locomotora, casi idéntico al que ya toma esta cuenta atrás camino del Carnaval: ¡Faltan 25 días!
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