El lance de Don Tancredo en su versión más intima y castiza. Por dos. El concepto conservador se pega al Grito de Munch en cuadro contradictorio. La versión más pura la firma la veteranía del paso de tantos desencierros en ese punto exacto: las vueltas buscadas para salir indemne del lance; el caminar de paseíllo hacia la manada para, en el momento del embroque, ver pasar a toros y bueyes sin más defensa que la velocidad cogida en los primeros metros de la calle Madrid. ¡Faltan siete días! ¡Tan solo falta una semana para el Carnaval!
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